sábado, 26 de diciembre de 2009

Regimiento de exploradores Selous


Una década de guerra en la sabana rhodesiana convirtió a los exploradores Selous en la unidad antiguerrillera más experta del mundo, pero incluso para tan veteranos soldados la guerra les aseguraba una muerte cierta si aflojaban la vigilancia tan sólo un minuto.

Los Selous Scouts nacieron , cuando el Gobierno de Slisbury (Capital de Rhodesia), creó un fuerza que debía entrar en la selva, y en unidades pequeñas pero fogueadas y bien armadas, actuar de manera autónoma, señalar las bases y ubicaciones guerrilleras para ser atacadas por las unidades del ejercito regular; y lo que es mas importante, parecer fuerzas guerrilleras. Su primer jefe fue el Teniente Coronel Ron Reid Daly (ex -SAS). El Regimiento de Exploradores, formado en diciembre de 1973, no fue la primera unidad de este tipo, ni sus miembros descubrieron nuevos métodos antiguerrilleros, pero los Selous, en su corta historia, se convirtieron en uno de los mejores del mundo.

Su éxito era un reflejo de la calidad y la cantidad de su entrenamiento. Todas las unidades de este tipo sufren unas pruebas rigurosas, pero para muchos observadores no familiarizados con la dureza de la sabana rhodesiana parecía que los exploradores eran sometidos a pruebas caso inhumanas de resistencia y de "estómago": Era esencial que el entrenamiento básico eliminara a los débiles y seleccionara a los mejores y más aptos. Tan pronto como los voluntarios llegaban a Wafa Wafa, en el campo de entrenamiento de los Exploradores a orillas del lago Kariba, se les daba una muestra de lo que tendrían que superar. Al llegar a la base, cansados y bañados en sudor se les había ordenado correr durante los últimos 25km. No veían ni barracones, ni comida, ni tampoco ninguna bienvenida, sólo unas cuantas chozas de paja y los ennegrecidos restos de un fuego agonizante. Tampoco se les daba comida. A partir de ese momento los instructores empezaron a agotar, a matar de hambre y a hostilizar a los reclutas. También era normal que entre 40 o 50 hombres de los 70 que se presentaban a las pruebas, acababan abandonándolas en los primeros días. El curso básico eran 17 días de un puro infierno. Cada mañana desde las primeras luces hasta las 17:00 horas, los reclutas eran sometidos a un programa de adaptación que agotaba sus fuerzas y tenían muy poco tiempo para descansar hasta que su capacidad básica en el combate se fuese agudizando. El día terminaba obligándoles a desarrollar un tipo de asalto arriesgado y difícil, destinado a superar su miedo a las alturas; después, en cuanto caía la noche, comenzaba el entrenamiento nocturno. Durante los primeros cinco días no se entregaba comida alguna a los aspirantes, teniendo que vivir de lo que encontraban. El tercer día se colgaba un animal muerto, que se dejaba pudrir bajo el sol. Dos días después se troceaba, se les sacaban las tripas y se cocinaba con gusanos y todo. El mayor Red Daily explicaba el por qué: “Poca gente sabe que la carne podrida es comestible si se hierve completamente, aunque si se recalienta, uno se expone a la muerte por botulismo. Cuando los Exploradores están en misión de reconocimiento, en lo que no siempre habrá disponibles suministros, podrán subsistir con una res muerta, pero tienen que asegurarse de esto por su propia experiencia, ya que de lo contrario nunca lo comerían. Los últimos tres días de entrenamiento básico se dedicaban a una marcha de resistencia. Cada hombre tenía que llevar aparte de sus armas y unas cuantas raciones (125 gramos de carne y 250 gramos de harina de maíz). Tenían que llevar consigo un paquete con 30 kilos de piedras durante una distancia de 100km. Las piedras estaban pintadas de verde y contabilizadas, por lo que no podía descargarse ninguna de ellas durante la marcha y ser sustituidas por otras más pequeñas antes de llegar al final. Para estar doblemente seguros de su vigor, los últimos 12km se hacían a más velocidad. Este último trecho tenía que ser cubierto en dos horas y media, lo que significaba que los hombres tenían que ir forzando todo el tiempo. Los hombres que superaban las primeras fases del adiestramiento eran trasladados, después de una semana de reposo, a un campamento especial para emprender la “fase crítica”. Si los exploradores habían de ser eficaces, era evidente que deberían tener un aspecto, actuar y hablar igual que los guerrilleros de verdad. La base estaba construida y organizada como un campamento rebelde y los instructores tenían que actuar para convertir a los reclutas en auténticos guerrilleros, preparados para enfrentarse a cualquier situación de riesgo y a cualquier enemigo en la Sabana. En la “fase crítica” se les enseñaba a romper con la costumbre de afeitarse, levantarse a horas fijas, fumar y beber, y adoptar un estilo de vida como el de los guerrilleros. Se les entrenaba en todo, desde la muerte ritual de una cabra, hasta marchar por la jungla en fila. Aunque los soldados negros de los Exploradores eran los que mantenían un contacto más directo con el enemigo, los oficiales blancos se hacían pasar por negros, al menos a cierta distancia. Se pintaban de negro con un corcho quemado o con maquillaje de teatro, llevaban un gran sombrero flexible y se dejaban crecer una larga barba, para poder ocultar sus rasgos europeos más evidentes. Los aspirantes que superaban el programa de entrenamiento tenían poco tiempo para regodearse de su triunfo. Excesivo o no, su entrenamiento dio buenos frutos en el campo.

Al explorador Selous se le permitía más libertad en cuestión de indumentaria que a ninguna otra unidad similar. Oficialmente el uniforme era el mimetizado del Ejército rhodesiano, con gorro picudo de camuflaje y cogotera, el calzado era bota de cuero marrón y polainas tobilleras. Pero en la práctica, en medio de la espesura, lo "normal" era un pantalón corto caqui, y calzado especial para rastreo. Cinturón con cantimplora y poco más, aunque naturalmente este atuendo era sólo necesario en misiones de corto alcance. Como símbolo identificador oficial portaban boina color arena similar a la que usa el SAS. Estas unidades operaban en la jungla en misiones de búsqueda y destrucción del enemigo. En operaciones tan delicadas era esencial que los rebeldes no se enteraran de la presencia de los Selous, por lo que los Exploradores en camiones cubiertos o en helicóptero, de noche, bastante lejos del área sospechosa, y utilizando su dominio de la Sabana, se trasladaban a pie al lugar de las operaciones. Una vez en el sitio, se establecía un puesto de observación a una altura conveniente para tener una buena visión de todo lo que ocurriera alrededor.

Inevitablemente , debido a la extrema seguridad que rodeaba las operaciones de los exploradores, los miembros de las fuerzas regulares que ya estaban resentidos por su trato "especial" y su informal uniforme, empezaron a plantearse su utilidad. La cosa subió de tono al finalizar la década de los 70 y los exploradores fueron acusados de contrabando de armas y de caza furtiva. Durante un tiempo el regimiento capeó el temporal, pero con la renuncia de su comandante en 1979 quedó claro que el fin estaba próximo. En marzo de 1980, poco después de la toma del poder por parte de los nacionalistas africanos, los exploradores fueron disueltos y la corta carrera de la unidad tuvo un final poco glorioso. En su corta historia los Exploradores infligieron al enemigo grandes pérdidas, aunque debido al secreto que rodeaba sus operaciones pocos rhodesianos conocían su existencia. No fue hasta después de terminada la guerra cuando se publicó un informe en el que se reconocía a los Exploradores como responsables del 70% del total de rebeldes muertos, lo que demostraba su capacidad operativa. En menos de 7 años de combates por la Sabana, los Exploradores perdieron 36 hombres muertos en combate, pero habían eliminado a varios millares de guerrilleros.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Los Caballeros hospitalarios


La orden de San Juan del Hospital, fundada unos pocos años antes de la primera cruzada, sufrió una profunda transformación con la fundación del reino latino de Jerusalén. A imitación de los caballeros templarios, los hospitalarios se convirtieron en un verdadero ejército cuya finalidad era proteger a los peregrinos que se dirigían a los Santos Lugares

Los orígenes de la orden se remontan a unos pocos años antes de la llegada de los cruzados de Godofredo de Bouillon a Tierra Santa. Hacia 1080 existía ya una pequeña congregación amalfita bajo el patronazgo de la iglesia de Santa María Latina, una fundación benedictina situada al sur del Santo Sepulcro. Esta pequeña hermandad de laicos que vivían una vida religiosa dedicada a labores de asistencia a peregrinos pasó en pocos años a transformarse de una simple organización sanitaria en uno de los ejércitos más temidos por los sarracenos, una verdadera punta de lanza del reino latino.
La transformación de la primitiva orden asistencial en una orden de caballería se debió con toda seguridad al ejemplo del Temple. A un lector de nuestros días le puede parecer una contradicción el hecho de que una orden religiosa pudiera tener carácter militar. Sin embargo, en la época que nos ocupa, existía toda una casuística que justificaba el empleo de la violencia para la defensa de la fe cristiana, así como para el mantenimiento de la paz y la justicia en el mundo. Además, prácticamente toda la cristiandad occidental vivía inmersa en un clima de extremada violencia como consecuencia de la debilidad de unos estados que eran incapaces de imponer la paz. Muchos nobles combatían entre sí y se había creado una auténtica ética de la violencia como forma de vida del noble. Para colmo, en muchos casos la impronta del paganismo seguía vigente, así que no era en absoluto extraño que los propios clérigo empuñaran las armas. Este hecho producía verdadero rechazo a los cristianos orientales, tal como revela el testimonio de Ana Comnena.

Sostenimiento de la orden

Así pues, todo jugaba a favor del éxito de la idea. En efecto, al poco tiempo de reorganizarse bajo presupuestos militares, el nombramiento de Raimundo de Puy como gran maestre de la orden en 1120 y la redacción de la regla 10 años más tarde marcan un punto de inflexión en la historia de los hospitalarios. Desde ese momento, la orden del Hospital comenzó a experimentar un gran incremento de vocaciones y donaciones. El espaldarazo del papado a la idea del monje-soldado consagró definitivamente la feliz invención.
A mediados del siglo XII la militarización de la orden ya era un hecho. Esta evolución se advirtió también en la elección de grandes maestres de origen anglonormando. El primero de ellos fue Gilberto d’Assailly, antiguo comandante de Tiro. Esta situación perduró hasta los tiempos de la tercera cruzada, una época en que la orden del Hospital se encontraba bajo la dirección de Garnier de Nápoles, uno de los grandes colaboradores de Ricardo Corazón de León.
Desde el punto de vista estratégico, el sostenimiento de las órdenes militares era uno de los puntos esenciales del reino de Jerusalén. Esto era debido a que, contrariamente a la visión más habitual, la inmensa mayoría de los caballeros que hacía voto de cruzada solían regresar a su hogar una vez cumplido. De esta forma el reino quedaba prácticamente inerme. Se comprende pues, que siendo las órdenes militares los únicos ejércitos permanentes en Tierra Santa, buena parte de la seguridad del reino dependiera de ellas. Así pues, era necesario que tuviera una adecuada financiación y que estuvieran dotadas de recursos suficientes para su mantenimiento.
El problema se solucionaba a través de varias vías. Gracias al apoyo del papado, las órdenes se beneficiaban del gran número de donaciones que efectuaba la nobleza de toda la cristiandad, así como de las rentas que proporcionaban dichas donaciones. No obstante, había frecuentes roces entre las órdenes y las autoridades eclesiásticas seculares, ya que las primeras estaban exentas del pago de los diezmos y, además, eran independientes. Por otra parte, recibían una parte del botín de cada campaña en la que tomaran parte activa. Las propiedades de las órdenes no se circunscribían sólo a Tierra Santa. De este modo se realizaba una rotación de los miembros de la orden destacados en ultramar y el continente.

El reclutamiento

La mayoría de los reclutas del Hospital, como en general la mayoría de los cruzados, eran originarios de Francia e Inglaterra. Un número significativo de los hospitalarios, sin embargo, venía del imperio germánico, si bien en estas tierras la aparición de la orden de los Caballeros teutónicos les restó parte de la popularidad de que gozaban en Francia o Inglaterra a favor de la orden nacional. Para los germanos, los hospitalarios y los templarios podían parecer demasiado “franceses” –es decir, papistas- en una época en que los intereses del Imperio y los del papado chocaban con demasiada frecuencia. Aún así, alguna tierras ligadas al Imperio germano como Bohemia o Hungría, eran una buena cantera para el Hospital, si bien en Hungría puede observarse una dicotomía entre los caballeros sanjuanistas, que eran generalmente de origen francés o italiano, y los grados inferiores, de extracción nativa.
Las ciudades italianas también proporcionaron numerosos hermanos al Hospital. Lo mismo sucedió en España, país en que las circunstancias políticas del momento –no olvidemos que se estaba en plena lucha contra el invasor musulmán- provocaron una concentración de caballeros hospitalarios que se concentraron en la Reconquista. El caso de los hospitalarios de España es especial dentro del mundo occidental, aunque la estructura que adoptaron era muy semejante a la de sus hermanos de ultramar.
Durante el siglo XII y la primera mitad del XIII los hermanos hospitalarios no fueron reclutados mayoritariamente entre los miembros de la nobleza. Se había instituido entonces la costumbre de la oblación, esto es, la entrega de un niño a la custodia de la orden, que quedaba atado a ésta como novicio hasta los catorce o quince años. En este momento, después de tres años de entrenamiento, pasaba a ser considerado hermano de pleno derecho. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIII el ingreso se hizo más restrictivo y lo más habitual era reclutar a hermanos entre miembros de la nobleza que pudieran aportar propiedades. Es posible que el gran número de bajas de la orden, producido por su excesivo celo combativo y porque los musulmanes no solían tener piedad de los miembros de las órdenes militares después de la batalla, fuera la causa de la crisis del sistema de noviciado.
Las razones que empujaron a tantos hombres a ingresar en la orden fueron sin duda muy diversas. Una de ellas –no en vano se trataba de una hermandad religiosa- fue el fervor místico y el deseo de apartarse del mundo, pero tampoco debía ser infrecuente la búsqueda del martirio y el deseo de defender los ideales cristianos de la amenaza de los infieles. Algunos hermanos hospitalarios eran delincuentes que huían de la justicia, aunque la regla excluía el ingreso a los que hubieran cometido delitos considerados muy graves, como los homicidas o los herejes.

El hospital y el temple

La Orden de San Juan y la Orden del Templo tenían el mismo rango en la Iglesia, concediéndoles el Papa grandes privilegios, absoluta independencia de cualquier autoridad espiritual y temporal salvo la de Roma, exención de diezmos y con derecho a tener sus propias capillas, clero y cementerios. A ambas se les asignó la defensa militar de Tierra Santa y las más formidables fortalezas del país fueron ocupadas por alguna de las dos. En el campo de batalla compartían los puestos más peligrosos, tomando por turnos la vanguardia y la retaguardia a pesar de la rivalidad existente entre ellas.A diferencia de la Orden del Templo (aunque según algunos estudios si existieron en un principio para luego desaparecer), esta orden de San Juan, admitía monjas entre sus miembros. La primera casa de religiosas Hospitalarias en España se fundó en Grisén, otorgada a la Orden en 1177.

Los Hospitalarios vestían hábito y manto negros y su distintivo era una cruz blanca de cuatro brazos de igual longitud, que se ensanchaba hacia los extremos, concedida en 1248 por Inocencio IV. En 1259, Alejandro IV les autoriza a llevar en tiempos de paz el manto negro y en la guerra cotas rojas con la cruz blanca. En 1278 se establece que deberían llevar la cruz blanca sobre fondo rojo.Las ocho puntas de la cruz significaban las ocho virtudes que los caballeros debían ejemplificar en las tareas de caridad de su vida cotidiana:Goce espiritual – Vivir sin malicia – Arrepentirse de los pecados – Humillarse ante los que te injurian – Amar la justicia – Ser misericordioso – Ser sincero y puro de corazón y sufrir la persecución con abnegación. Cuando los turcos volvieron a tomar Jerusalén, la Orden de San Juan siguió defendiendo la franja de territorio a lo largo del litoral de Tierra Santa, y cuando cayeron las últimas posiciones, San Juan de Acre y El Krak, pasaron a Chipre cuyo rey les brindó hospitalidad. Aquí tomaron un carácter más militar y comenzaron su actividad marítima.En 1306 pasaron a la isla de Rodas y allí establecieron su sede teniendo al mando al Maestre Guillermo de Villaret, cambiando de nuevo el nombre esta vez por Caballeros de Rodas. Gobernada por el Gran Maestre y con embajadores ante las potencias europeas del momento, alcanzaron uno de los períodos de mayor esplendor. Con la desaparición de los Templarios a principios del siglo XIV incrementaron sus posesiones y bienes. El avance turco ataca la isla de Rodas furiosamente en varias ocasiones por ser la avanzadilla cristiana en la zona, pero sólo ante la gran victoria de Solimán el Magnífico que lanza un fuerte ataque, se ven en la obligación de capitular debido a la traición del caballero Andrés de Amaral. Es tal la pena por la pérdida de Rodas que aún hoy los religiosos de la Orden visten hábito negro en lugar de rojo en señal de luto. Después de salir de Rodas, vagaron de un lado a otro instalándose en Campania, Civitavecchia, Vitervo y Niza.En 1530, Carlos I cedió a la orden las islas de Malta, Gozo y Comino, junto con la plaza de Trípoli (que se perderá 21 años después) instituyéndose en Malta y pasando a convertirse en la Orden de Malta. La cesión se hizo a cambio de entregar al emperador, una vez al año, un halcón “el célebre halcón maltés”. Desde aquí amplían su soberanía incluso a tierras americanas, pero la ofensiva turca para eliminarlos no se hace esperar. En 1551 Trípoli cayó en poder turco después de que una formidable escuadra aniquilara a la heroica resistencia de los caballeros de San Juan. En 1565 sitiaron Malta pero ayudados por el virrey de Sicilia, D. García de Toledo y por los caballeros de la Orden de San Esteban, los turcos tuvieron que retirarse.De nuevo la traición tan presente en la historia, en 1799, permitió a Napoleón ocupar la isla y aunque fue vencido por la escuadra inglesa junto con los habitantes de Malta, la isla ya no les fue devuelta y después de otro peregrinaje, la Orden se instaló en Roma.
Una de las fortalezas más importantes que defendieron los Hospitalarios fue la de Krak de los Caballeros; la posición era inexpugnable y hasta Saladino desistió de tomarla, pero cuentan que acabó rindiéndose a una paloma. Los hechos sucedieron de la siguiente manera: el sultán de Egipto, Baybars (su nombre significa pantera) sitiaba el castillo - que era el último foco de resistencia cristiano - con un poderoso ejército y aunque la guarnición de la fortaleza era escasa, las defensas de sus muros no eran fáciles de traspasar y después de muchos asaltos y otras tantas derrotas y no queriendo renunciar a su conquista, recurrió a la astucia. Según los historiadores árabes, por medio de una paloma envió una carta con un mensaje al castillo diciéndoles que por orden del Gran Maestre de los Hospitalarios de Trípoli ordenaba la rendición pues era imposible enviarles ayuda. Los sitiados obedecieron la orden y el castillo de Krak fue ocupado por Baybars, que caballerosamente les dio un salvoconducto para que se trasladaran a Trípoli.Esta Orden llegó hasta nuestros días y su principal actividad sigue siendo la hospitalaria, con obras sociales y benéficas en los cinco continentes, y su nombre completo es Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.

sábado, 24 de octubre de 2009

Los Caballeros templarios


En 1115 Hugo de Payens y Godofredo de Saint-Omer fundaron la orden del Temple para la defensa de los peregrinos de Tierra Santa. Esta orden, una de las más poderosas de Tierra Santa, tuvo un final trágico con la ejecución de su gran maestre, Jacques de Molay.

Los caballeros de cristo:

Tres años después de que Hugo de Payens y Godofredo de Saint-Omer decidieran fundar una congregación para la defensa de los peregrinos en Tierra Santa, los primeros miembros de la comunidad prometían ante el patriarca de Jerusalén los votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia. Los pobres caballeros de Cristo, así llamados por su humildad y austeridad, se instalaron en el solar del templo de Salomón, que el rey Balduino II les había entregado en propiedad.
En 1125, el concilio de Troyes reconoció a la orden, que en adelante contó también con el apoyo de la más importante autoridad espiritual de la época, Bernardo de Claraval, que defendió ardorosamente las excelencias de esta nueva forma de milicia. Con el apoyo del papado, del abad de Claraval y de la pujante orden del Cister, el poder de los templarios creció de forma espectacular en hombres y riquezas, extendiéndose por todos los rincones donde la cristiandad se hallaba amenazada: Jerusalén, Antioquía, Trípoli, Aragón y Portugal. Más tarde se unieron a ella los preceptorios de Aquitania, Poitou, Inglaterra, Provenza, Apulia, Hungría, Alemania, Sicilia y Grecia.

La milicia del Temple

En la cima de su poder el Temple llegó a reunir en propiedad alrededor de 9000 señoríos en el continente. Estas propiedades constituían la reserva material y humana de la orden, que pronto se convirtió en el ejército más formidable del reino de Jerusalén. De ellas procedían no sólo los caballeros que integraban la comunidad templaria, sino también grandes contingentes de soldados que servían como sargentos o auxiliares. Al lado de los monjes soldados se encontraban los caballeros seculares, esto es, los que servían por un tiempo determinado y a los que se les permitía el matrimonio. Estos caballeros seculares prometían donar al Temple la mitad de sus bienes a su muerte.
En tiempos de la segunda cruzada, poco más de un siglo después de su fundación, la orden templaria constituía junto al Hospital, la mitad de la fuerza militar del reino de Jerusalén y, a partir de 1147, acudieron a todos los llamamientos reales contra los musulmanes. Su enorme poder militar y económico quedaba reflejado en el gran número de feudos que la orden poseía en Palestina y Siria.
En el orden de batalla, los templarios formaban parte del ala derecha, la más distinguida del ejército real, mientras sus hermanos hospitalarios ocupaban el ala izquierda. Precisamente la progresiva rivalidad entre ambas órdenes fue una de las causas de la caída del reino de Jerusalén. Hubo por consiguiente, diversos intentos por parte del papado y del rey de Francia para unificar ambas órdenes en una sola, como el llevado a cabo en el concilio de Lyon de 1274, que promovió San Luis de Francia. En 1293, después de la caída de Acre, el papa Nicolás IV elevó la misma propuesta. La idea fue recogida por todos los notables de la época, muchos de los cuales eran favorables a esta decisión papal o, como alternativa, a la creación de una tercera orden que englobara al temple y al hospital.
En 1293 la orden desempeñó un valioso papel en la defensa de Acre, donde murió su gran maestre. Después de la pérdida de la ciudad, los templarios se reagruparon en Chipre, que desde hacía unos años era la retaguardia del reino de Jerusalén. Sin embargo, la orden, después de algunos intentos fallidos sobre las costas siria y egipcia, no logró adaptarse a los nuevos tiempos y acabó degenerando en una especie de banco de préstamo gracias a su impresionante red financiera internacional. Y es que, además de una formidable fuerza militar, el Temple se había convertido en una solvente entidad crediticia, la más importante del orbe cristiano. Su enorme fortuna estaba depositada en sus casas de Paris y Londres, y la rectitud de sus banqueros y la solidez de sus depósitos la habían convertido en el principal prestamista de monarcas y príncipes. Incluso el tesoro real francés se hallaba custodiado en el edificio del Temple de Paris.
Este fabuloso tesoro alimentó la codicia de Felipe el Hermoso de Francia. Como rey de su país y nieto de San Luis, Felipe estaba destinado a liderar una nueva cruzada para liberar los Santos Lugares. Esa era la excusa que necesitaba para hacerse con el control del tesoro de los templarios sin caer en sacrilegio y conseguir el apoyo de Clemente V, un papa francés residente en Avignon. Amparándose en rumores y acusaciones de dudosa fiabilidad como las vertidas por Esquiu de Floyrian, que les acusó de blasfemia, idolatría y prácticas sodomíticas, Felipe consiguió del papa Clemente el visto bueno para someter a la orden a un proceso judicial.
En 1306 el papa se reunió en Roma con Jacques de Molay, gran maestre del Temple, y de nuevo le propuso unirse con la orden de San Juan y proyectar juntas una nueva cruzada sobre el reino de la pequeña Armenia. A todas luces se trataba de un expediente para salvar a la orden de la tormenta que se avecinaba, pero Jacques de Molay se negó a aprobar la iniciativa pontificia porque la consideraba inviable. Un año después, el papa recibió los cargos acusatorios de Felipe de Francia y daba el visto bueno a la creación de una investigación sobe las actividades de la orden. Fue el principio del fin de los templarios.

La disolución de los templarios

El 15 de septiembre, el rey Felipe ordenaba el encarcelamiento de los templarios de Francia e inició contra ellos un proceso plagado de irregularidades. Trece miembros lograron escapar a la redada, y los demás fueron enviados a las mazmorras del rey. Allí fueron torturados hasta que todos ellos, excepto tres, confesaron los crímenes y fueron condenados a diversas penas, entre ellas la de prisión perpetua. Debido a una interpretación rígida de la ley, los que a pesar de la tortura seguían negando los cargos, era considerados reincidentes, y por tanto enviados a la hoguera por herejes. Cincuenta y cuatro templarios fueron entregados a las llamas el 12 de mayo de 1310. Los demás terminaron por confesar.
Sin embargo, la comisión pontifica que examinaba la causa no halló culpable a la orden. La investigación se llevó a cabo en todos los países de la cristiandad. En todas partes, salvo en Francia y algunos distritos italianos, los templarios fueron declarados inocentes: la confesión de los templarios franceses no significaba que profesaran una doctrina herética ni una regla secreta distinta a la aprobada por la Santa Sede.
Pero el papa, bajo la presión del rey de Francia, decretó la disolución de la orden. Esto implicaba una condena expresa, de forma que ni siquiera se realizó por sentencia penal sino mediante un decreto apostólico (bula del 22 de marzo de 1312). Disuelta la orden, había que decidir el futuro de sus miembros y de sus bienes, que fueros entregados a la orden del Hospital o, en el caso de Portugal y Aragón, a las órdenes de Cristo y Montesa. A los caballeros sin culpa se les concedió la posibilidad de incorporarse a otras órdenes militares, o bien a secularizarse con una pensión vitalicia a cargo de los bienes enajenados a la orden. En cuanto a aquellos que reconocieron algún tipo de culpa, se les remitió a la justicia, si bien se exhortó a los tribunales para que atemperasen el rigor de la justicia en aras de la misericordia. Pero, como sucedió en el caso de Jacques de Molay y sus companeros, no siempre fue así.

El último acto de los templarios

La causa del gran maestre Jacques de Molay y de los tres primeros dignatarios templarios, que habían confesado su culpabilidad, fue reservada al papa. Éste intentó reconciliarlos con la Iglesia y para ello ideó una ceremonia pública de penitencia que levantara las dudas que se habían planteado tras el procesamiento.
Las autoridades francesas ordenaron levantar un cadalso frente a la catedral de Notre Dame y procedieron a la lectura de la sentencia. Para sorpresa de los asistentes, el gran maestre defendió el honor de la orden y proclamó públicamente la inocencia de sus hermanos. Ese mismo día, De Molay –junto con el preceptor de Normandía, Godofredo de Charney y otros 35 caballeros- fue quemado vivo, acusado de herejía.
El valor de Jacques de Molay en el instante previo a su muerte en la hoguera impresionó profundamente al pueblo y, puesto que tanto el papa como el rey de Francia y sus cómplices fallecieron poco tiempo después, circuló la leyenda de que De Molay los había emplazado a comparecer ante el juicio de Dios.

martes, 9 de junio de 2009

Gurkhas

Como consecuencia del conflicto de las islas Malvinas, se publicó en Argentina un libro en que se narraban las experiencias personales de los jóvenes soldados de reemplazo que habían participado en ella. El libro se titulaba Los chicos de la guerra y en él se vertían graves acusaciones contra los hombres del I Batallón del 7º Regimiento de Fusileros Gurkhas del Duque de Edimburgh. Así, por ejemplo, en sus páginas podían leerse frases como “Los Gurkhas llegaron hasta nosotros como enloquecidos, totalmente drogados”, o “Un Gurkha pisó una mina y voló por los aires, pero el que seguía no se inmutó y siguió avanzando por el mismo camino

Al igual que los otros cinco batallones de Gurkhas del ejército británico, el VII Batallón de Fusileron Gurkhas del Duque de Edumburgh se creó originalmente como parte del Ejército de la India. Organizado en 1902 como el VIII de Fusileron Gurkhas, al año siguiente se le cambió esta denominación por la de II Batallón del 10º de Fusileros Gurkhas. Cuatro años más tarde se convirtió definitivamente en el 10º de Fusileros Gurkhas.
Durante la I Guerra Mundial el I Batallón permaneció en la India como unidad de depósito. El II, en cambio fue enviado a Mesopotamia, donde combatió de 1915 a 1918. Este batallón fue hecho prisionero en Kert-al- Amara pero organizado de nuevo participó luego en la toma de dicha población.
El I Batallón participó en la II Guerra Mundial luchando contra los japoneses en Birmania, jugando un papel de gran importancia en la ocupación y defensa de Meiktiea y en los combates de Imphal. La fatalidad volvió a cebarse con el II Batallón, que estuvo presente en la campaña del Norte de Africa hasta su captura por los alemanes en Tobruk en 1942. El nuevamente reconstruido II Batallón estuvo de guarnición en Palestina, Siria y Líbano. Cuando la India y Pakistán se convirtieron en naciones independientes, el regimiento pasó a formar parte del ejército británico. El 1º de enero de 1947 recibió el nombre de 7º de Fusileros Gurkhas del Duque de Edimburgh.


Unidades inglesas Gurkhas

Después de la independencia de la India y Pakistán en 1947, cuatro de los diez regimientos de Gurkhas que entonces existían, siguieron perteneciendo al ejército británico. Los restantes pasaron a formar parte del Ejército de la India. Los que permanecieron como unidades británicas constituyeron la Brigada Gurkha a partir del uno de junio de 1948. En los años siguientes la brigada fue estructurada en una unidad independiente de seis batallones de infantería, un regimiento de transporte, un batallón de zapadores y otro de transmisiones. Sin embargo aunque la brigada podía actuar aislada, en la práctica sus batallones fueron separados y estacionados bien en Gran Bretaña o en los territorios de Ultramar.



Al estallar la guerra de las Malvinas, el 7º de Fusileros Gurkhas estaba de guarnición en Church Crookham con tres batallones formando parte de la V Brigada de infantería.
Creada en 1981, esta brigada no era entonces una unidad de la OTAN, sino una fuerza de intervención inmediata a las órdenes directas del comandante en jefe de las tropas de tierra del Reino Unido.

El Kukri

Los Gurkhas están equipados y armados, en términos generales, en forma similar a las demás unidades regulares del ejército británico. La única excepción la constituye el kukri, el arma nacional del Nepal.
Este inconfundible cuchillo tiene diversos tamaños, pero todos poseen en común la hoja curva que le caracteriza. Dicha hoja empieza en el mango con una forma redonda y estrecha que luego se ensancha en forma plana hasta terminar en una afilada punta. El borde interior de la hoja es romo y muy grueso, pero el exterior se mantiene afilado como una hoja de afeitar gracias al continuo afilado. La hoja está fabricada con acero de alta calidad y como el peso del arma está en su parte posterior, el kukri es muy eficaz cuando se lanza. Originalmente era un cuchillo de múltiples usos: puede ser empleado para excavar la tierra, para hacer leña y también para ser usado como arma de combate muy eficaz. En espacios reducidos el kukri puede manejarse mejor que una balyoneta unida a un fusil y, además, las heridas que produce son más importantes. Desde los primeros días de su pertenencia al ejército británico, los Gurkhas han mostrado su aficción a llevar el kukri en el cinto junto con las demás partes del equipo reglamentario. En esta posición el kukri puede ser extraído rápidamente para ser utilizado. Aunque el kukri es un arma eficaz y que ha demostrado ser de utilidad en muchas ocasiones, su efecto psicológico en el combate ha sido enorme y en muchas ocasiones el enemigo ha preferido huir antes de hacer frente al cuchillo de los Gurkhas.

sábado, 2 de mayo de 2009

Los lazaristas: los caballeros leprosos



Las reglas de los templarios y de los hospitalarios establecían que si alguno de sus miembros enfermaba de lepra –una enfermedad muy difundida por entonces en Siria- debía abandonar la orden y unirse a los hospitalarios de San Lázaro, especializados en enfermería, que se convirtieron en la tercera gran orden militar de Ultramar.Transformada en orden militar durante la primera cruzada, y seguidora de la regla de San Agustín, la leyenda dice que los primeros maestres de la hermandad, que nunca fue muy numerosa, fueron siempre leprosos. A principios del siglo XII el leprosario de San Lázaro, en Jerusalén, pasó a depender de los hospitalarios francos. Luis VII de Francia fue un ferviente admirador de la orden, y tras su regreso a Europa estableció a doce hermanos lazaristas en su castillo de Boigny, cerca de Orleans, donde fundaron un hospital de San Lázaro que se convirtió en la casa central de la hermandad. Entre sus cofrades ilustres se encuentra el conde Raimundo III de Trípoli (1152-1187).

martes, 21 de abril de 2009

Los Merodeadores (Marauders) de Merrill


En agosto de 1943, las unidades de infantería estadounidense estacionadas en el Pacífico, el Caribe y EE.UU. recibieron un despacho en el que se pedían voluntarios experimentados en la lucha en la jungla, con los que se formaría una unidad de incursión denominada “Galahad”.

Durante las semanas siguientes se presentaron 3000 hombres y a mediados de septiembre los últimos de ellos partieron de San Francisco con destino a la India. Llegados a Bombay el 31 de octubre, siguieron dos cursos de entrenamiento intensivo sobre supervivencia en la jungla. En enero de 1944 fue bautizada 5307ª Unidad Compuesta (Provisional) y puesta a las órdenes del general de brigada Frank Merrill. La 5307ª, rápidamente apodada los Merodeadores de Merrill, consistía en tres batallones que, a su vez, estaban subdivididos en dos agrupaciones de combate: el primer Batallón tenía las agrupaciones Roja y Blanca; el segundo, las Azul y Verde; y el tercero las Caqui y Naranja. Cada agrupación tenía 16 oficiales y 456 suboficiales y soldados. Antes de su disolución el 4 de agosto de 1944, esta unidad libró cinco combates importantes y 30 menores contra los japoneses. Los Merodeadores fueron las primeras fuerzas estadounidenses enviadas a combatir al continente asiático durante la II Guerra Mundial.

Birmania

Tras la invasión japonesa de Birmania en enero de 1942 y la retirada aliada a la frontera nororiental de la India, el principal empeño de los Aliados fue la reapertura de la ruta de suministros hacia China a través del norte de Birmania. La primera contraofensiva tuvo lugar en Arakán a finales e 1942 y su fracaso amenazó con echar por tierra los planes aliados. Sin embargo, meses más tarde tuvo éxito una incursión en profundidad realizada por los Chindit del general Orde Wingate.
La actuación de los Chindit reavivó los planes Aliados y en la conferencia de Casablanca y en la Trident de Washington el alto mando preparó una estrategia detallada sobre futuras operaciones en Birmania. Wingate asistió a la conferencia de Washington y sus argumentos a favor de dar un papel más relevante a sus Chindit obtuvo el beneplácito de los generales norteamericanos. Wingate proponía que sus fuerzas penetrasen en profundidad en territorio enemigo y estableciesen varios puntos fuertes que pudiesen ser reabastecidos desde el aire. Así los Chindit podrían hostigar los convoyes, trenes y aeródromos japoneses.
Ello sugirió a los estadounidenses la creación de una fuerza propia para apoyar la campaña de los Chindit. Esta fuerza, los Merodeadores de Merrill, estaría bajo la supervisión del teniente general Joseph Stilwell (“Joe Vinagre”), encargado de las fuerzas chinas que operaban junto a las fronteras birmanas. En octubre, tropas chinas de Stilwell abrieron la ofensiva contra los japoneses al norte de Birmania y en enero de 1944 los Merodeadores llevaron a cabo su primera incursión en profundidad.

Soldado de los Merodeadores de Merrill, Birmania, 1944

Este soldado raso va bien pertrechado en comparación con muchos de su compañeros. Tras semanas en la jungla birmana, el uniforme de faena verde oliva podía estar andrajoso. Su calzado consiste en botas de cuero marrón. Tano su arma, el fusil semiautomático M1 Garand, como su casco M1 de fibra están manchados del barro de la región. El fusil M1 de 7,62 mm tenía un cargador integrado de 8 cartuchos y pesaba 4,2 kg. El correaje , la mochila y la cantimplora son las reglamentarias. En el cinturón lleva varias cartucheras, también de lona.

Ametralladora Browning M1919A4.


Utilizada durante la campaña de los Merodeadores en el norte de Birmania, su fiabilidad y elevada potencia de fuego se ganaron el aprecio de la tropa, que la empleó con efectos devastadores contra las fuerzas japonesas.

Calibre: 7,62 mm
Longitud: 104 cm
Peso: 14 kg
Alimentación: por cinta
Sistema de acción: por retroceso
Cadencia de tiro (práctica): 120 dpm
Velocidad inicial: 860 m por segundo
Alcance máximo efectivo: 1000 m

La ametralladora modelo 1919, diseñada por John Browning, era un arma robusta, fiable y de fácil transporte. A temperaturas de operación normales, la Browning podía mantener una cadencia de tiro de 60 dpm durante 30 minutos sin que el cañón se recalentase y cualquier interrupción se solucionaba con facilidad.
Bastante ligera (pesaba 20 kg incluido el trípode) y muy manejable, era un arma ideal de infantería y su versión A4, usada en la II Guerra Mundial, equipó a la mayoría de las compañías de primera línea. Cuando era utilizada en unidades de infantería, se montaba sobre el trípode M2 y sus dos sirvientes regulaban la elevación y la depresión mediante un volante situado entre las dos patas traseras del trípode.Su alimentación consistía en una cinta de tela que alojaba 150 cartuchosdel modelo M1906 de 7,62 mm. Aunque la Broening fue un arma de primera clase en su versión básica, durante la guerra padeció varias modificaciones: el pistolete original fue sustituido por una culata como la de cualquier fusil y se instaló también un bípode ajustable junto a un asa de transporte y una bocacha apagallamas. La ametralladora ligera Browning sirvió en todos los teatros de la guerra.

martes, 14 de abril de 2009

Hoplitas tespieos


Fue uno de los contingentes griegos de las Termópilas que lucharon y murieron junto a Leónidas y sus 300 espartanos, su sacrificio fue mucho mayor que el de los espartanos y a pesar de ello han sido los grandes olvidados de la historia.


Aunque las tintas heroicas se han cargado siempre sobre el heroísmo espartano, lo cierto es que junto a los 300 de Leónidas se quedaron también voluntariamente 700 tespieos al mando de Demófilo, hijo de Diádromes y en efecto su sacrificio fue mucho mayor que el de los espartanos puesto que en primer lugar no compartían la cruel ética espartana que condenaba al ostracismo y llevaba al suicidio al que hubiera mostrado incluso una apariencia de debilidad en el campo de batalla; por tanto, hubieran podido retirarse con los otros griegos y vivir para contarlo sin tener que pasar vergüenza por ello. En segundo lugar los 300 espartanos suponían una parte ínfima de la fuerza militar espartana, alrededor del 4 por ciento del total de la fuerza militar de Esparta, mientras que los 700 tespieos eran la práctica totalidad de los varones en edad militar de la pequeña polis beocia de Tespias, que quedaba así indefensa ante el inexorable ataque de Jerjes quien efectivamente la incendió al poco. Al año siguiente, las mujeres, ancianos y niños de Tespias estaban reclutando inmigrantes para convertirlos en ciudadanos de una polis que había perdido en un día casi la totalidad de su población masculina en edad militar. Desde aquí rendirles nuestro pequeño homenaje.

domingo, 5 de abril de 2009

10ª Flotilla MAS. "Torpedos humanos"


La más eficaz unidad especial de la Marina Real italiana fue la División submarina de la 10ª Flotilla MAS.



Esta renombrada unidad estaba dividida en pequeños equipos que empleaban torpedos manuales como su principal arma. El primer "torpedo humano" verdadero apareció en 1936 cuando se realizaron algunas pruebas en el puerto de La Specia con un prototipo creado por los subtenientes Tesel y Toschi. Un equipo denominado Grupo H, recibió el encargo de perfeccionar su empleo y cuando en 1940 se formó la 10ª Flotilla MAS, empezaron a realizarse las primeras operaciones con torpedos. Pero los equipos de comandos submarinos no cosecharon buenos resultados al principio. Una incursión sobre Alejandría, en agosto de 1940, terminó en un desastre cuando el submarino nodriza fue hundido por un avión enemigo. En septiembre perdió otro submarino después de que los equipos que habían atacado Gibraltar y Alejandría no encontraran nigún blanco para sus torpedos. Un intento de destruir el Berham, en Noviembre del mismo año, fracasó por el estado defectuoso de los torpedos y de los aparatos de respiración bajo el agua. Dos nuevos ataque, en mayo y julio de 1941; el segundo, efectuado contra Malta, con grandes perdidas humanas. Pero en septiembre de 1941 los hombres de la 10ª Flotilla conseguían al fin hundir el petrolero Dimby Dale en Gibraltar y algo más tarde en diciembre, dañaron los acorazados Queen Elizabeth y Valiant. La unidad de torpedos contabilizó en su haber el hundimiento de 28 embarcaciones.

El torpedo humano

A diferencia de los torpedos convencionales el torpedo "humano" fue ideado fundamentalmente como un medio para acercar una potente cargar explosiva a un blanco naval bien defendido sin que fuera detectado. Tenía forma alargada y consistía en un vehículo submarino propulsado por un motor con una tripulación de dos hombres (piloto y buceador) sentados en él a horcajadas. La sección delantera, en su totalidad, comprendía una ojiva armada de 300 kg de explosivos dotado de una espoleta de tiempo. Al llegar al objetivo el torpedo se desprendía de la hélice propulsora y era colocado contra su casco por medio de cables de acero y sujeto a él por pinzas magnéticas. Las dos hélices propulsoras eran movidas por un silencioso motor eléctrico alimentado con baterías que proporcionaban una velocidad de poco más de dos nudos en una distancia de 24 kilómetros. La profundidad máxima era de 25 metros, por debajo de la cual sus placas de metal podían hundirse por la presión del agua. Para mantener la profundidad de la navegación, el torpedo poseía dos tanques de inmersión, uno a proa y otro a popa, y un tercero operado manualmente. Pero lo normal era que se mantuviese casi a ras de la superficie del agua. La nave era gobernada mediante un sistema de mando que actuaba sobre unos timones. Los tripulantes vestían trajes de goma y llevaban respiradores de oxígeno. El torpedo contaba con instrumentos cortantes para atravesar las redes de las defensas enemigas. Una vez cumplida su misión los hombres podrían escapar en su vehículo, pero en la práctica, muy pocos pudieron evitar ser capturados.
Torpedo humano tipo SLC

Longitud: 6,7 m
Diámetro: 53,3 cm
Peso: 1200 kg
Propulsión: Motor eléctrico de 1,6 HP
Velocidad máxima: 4,5 nudos
Autonomía: 24 km a 2,3 nudos
Profundida máxima: 25 m
Cabeza explosivo: 300 kg de explosivo de gran potencia
Tripulación: Dos hombres

Ataque al puerto de Alejandría
Deslizándose entre las defensas del puerto de Alejandría, los hombres ranas italianos, montados en sus torpedos humanos, realizaron un intrépido ataque a dos acorazados de la flota de la Marina Británica en el Mediterráneo, el Queen Elizabeth y el Valiant.

El capitán del submarino italiano Sciré, el conde Julio Borguese, sabía que a los pocos minutos de abandonar su base en la isla griega de Leros el 17 de diciembre de 1941, la noticia de su partida estaba siendo transmitida al enemigo, y para la inteligencia británica sólo podía significar una cosa: un ataque a Alejandría. El Sciré transportaba tres grandes contenedores cilíndricos situados en su cubierta, conteniendo cada uno un SLC (Siluto Alenta Corsa, o torpedo silencioso que los buceadores llamaban"cerdos" -maiales-) el ataque había sido meticulosamente preparado desde el principio hasta el final. Se eligió la fecha propicia en la que la inundación del Nilo anegaba de lodo el mar varias millas fuera del delta. A las 20 horas del 18 de diciembre, Borguese situó el Sciré a 10 km del puerto de Alejandría y apremió a los seis hombres rana del grupo de ataque para que comenzaran las operaciones. Los hombres rana subieron rápidamente a sus naves y las enfilaron en dirección a Alejandría, se dirigierom lentamente hacia la entrada del puerto. Iban unidos por un cable que les mantenía separados unos pocos centímetros y sus cabezas apenas destacaban de la superficie del mar, tras varias horas de fría travesía y a punto de ser hundidos por buques de vigilancia que buscaban al Sciré y que iban lanzado cargas a intervalos regulares con la intención de eliminar cualquier buceador que estuviese en los alrededores, (a 50 m estalló uno de los artefactos que a punto estuvo de dar al traste con la operación) entraron en el puerto de Alejandría. Una vez dentro del puerto se deshicieron del cable que les tenía unidos y procedieron a la operación de ataque sobre los objetivos fijados: los acorazados Queen Elizabeth y Valiant, cada uno de ellos con 16 cañones de 15 pulgadas que constituían el orgullo de la Marina británica en el Mediterráneo y el petrolero Sagona. A las 06:00 horas del día 19 hicieron explosión los torpedos poniendo fuera de combate a los dos acorazados, además de dañar seriamente al petrolero Sagona y al destructor Jervis que estaba a su lado.

domingo, 29 de marzo de 2009

Peltasta


Infantería ligera de origen tracio, recibía este nombre por el pequeño escudo que portaban, "la pelta". Tropas auxiliares de la falange, en la que se basaba la guerra en el mundo griego, fueron adquiriendo cada vez una importancia mayor. Soldados versátiles y baratos, tuvieron gran peso en la mayor parte de las contiendas de los siglos V-VI a.C.


Los peltastas eran originariamente, hacia el siglo V a.C.; tropas bárbaras de origen tracio que combatían con sus tácticas irregulares y armas livianas: un manojo de jabalinas y un escudo, aunque en época antigua algunos tracios llevaban largas lanzas no arrojadizas.
La pelta tracia tenía una forma ovalada con un eje mayor de 60 centímetros, y estaba dotada de una gran escotadura semicircular en un lado mayor, al modo de un gran creciente lunar, aunque eran también conocidas peltas circulares. Su estructura era de mimbre trenzado cubierto con piel de cabra u oveja. No tenían reborde metálico. Por el interior no siempre se empuñaba, como la mayoría de los escudos ligeros, sino que a menudo se embrazaba para que el peltasta pudiera sujetar con la mano izquierda así liberada un puñado de cortas jabalinas. Se añadía también una larga correa de cuero para suspender el escudo a la espalda durante las marchas.
El estilo de lucha usado por los peltastas se originó en Tracia y los primeros peltastas griegos fueron reclutados en las ciudades griegas de la costa tracia. Llevaban la indumentaria tradicional de su tierra: capa adornada, botas altas y gorro frigio de piel de zorro con orejeras. No llevaban armadura. Sus armas eran las jabalinas, a menudo con un propulsor para incrementar su poder de penetración.

Era un tipo de tropa bastante versátil, mucho más barata de equipar y de mantener que los hoplitas y más fácil de entrenar que honderos o arqueros. Al principio, no formaban más que una tropa de apoyo, utilizada contra la carga de la caballería. Con el lanzamiento masivo de sus jabalinas, y después utilizando enseguida sus espadas. Con el tiempo, a partir del último tercio del siglo V a.C., se perdió el significado étnico original del término peltasta (como un tracio) para designar a un tipo de infante (tracio o griego) más ligero que el hoplita de la falange, pero más pesado que los psiloi, que no llevan ningún tipo de protección corporal o escudo. Autores antiguos como Arriano, Asclepiodoto y Eliano, especifican claramente que la infanteria ligera eran los psiloi, mientras que los peltastas eran una categoría intermedia entre éstos y los hoplitas.
La aparición de los peltastas profesionales, más baratos que los hoplitas y, a menudo, mejor entrenados que esas milicias ciudadanas, llevó a una vital modificación de su función táctica, visible ya en el S. V a.C, durante la Guerra del Peloponeso. Dado el coste reducido del equipamiento, cuerpos importantes pudieron ser constituidos. Los peltastas se convirtieron en una útil infantería de uso dual, capaz de combatir en orden cerrado, pero también de romper filas y hacerlo en guerrilla por terreno escarpado. Evidentemente, los peltastas no estarían, por lo general, en condiciones de vencer en campo abierto a las pesadas falanges, pero empleados con inteligencia podrían volver a derrotar a los temibles espartanos y así, consiguieron éxitos frente a los hoplitas más fuertemente armados, como en Lecaión: en 390 a. C., un joven general ateniense, Ifícrates, al frente de un grupo de peltastas bien entrenados y disciplinados, consiguió aniquilar una «mora» espartana (unidad de combate de 576 hombres). Este enfrentamiento se suele utilizar como ejemplo de la lucha de los peltastas, pero se suele olvidar la presencia de un contingente de hoplitas atenienses como apoyo, decisivos a la hora de provocar la desbandada espartana. Esta hazaña le aseguró a Ifícrates un puesto en la historia militar e hizo que variase radicalmente la actitud de los griegos con respecto a los peltastas, hasta el punto de que en 349 a. C., Atenas envió contra Filipo II de Macedonia un ejército compuesto únicamente de peltastas y un pequeño escuadrón de caballería.

En el relato de Diodoro Sículo, a Ifícrates se le atribuye el rearme de sus hombres con largas lanzas, quizá alrededor del 374 a. C. Esta reforma pudo haber producido un tipo de peltastas armados con un pequeño escudo, una espada, y una lanza en lugar de jabalinas. Algunas autoridades, como J.G.P. Best, declaran que estos últimos peltastas no eran auténticos peltastas en el sentido tradicional, sino hoplitas ligeramente armados que llevaban la pelta junto con largas lanzas, combinación que ha sido interpretada como un antepasado directo de la falange macedonia.
Sin embargo, aparecen lanzas en ilustraciones de peltastas antes de la época de Ifícrates y algunos peltastas pudieron haber llevado tanto lanzas como jabalinas como sustitutas de éstas.
En el siglo IV a. C., los peltastas parece que también usaron cascos y armadura de lino.
En el ejército macedonio, los cuerpos de hipaspistas juegan un papel idéntico con, sin embargo, un armamento un poco diferente. Alejandro Magno empleó peltastas procedentes de las tribus tracias del norte de Macedonia, en particular de los agrianos.
En el siglo III a. C., los peltastas fueron gradualmente reemplazados por thureophoroi. Las últimas referencias a los peltastas pueden, de hecho, referirse a su estilo de equipamiento cuando la palabra peltasta se convirtió en sinónimo de mercenario.

sábado, 14 de marzo de 2009

Ministerial germánico, Siglo XIII



Uno de los rasgos peculiares de la Edad Media alemana es la aparición de un tipo de hombres de armas que no gozaban del estatus de hombres libres, los ministeriales o Dienstleute, que estaban atados por vínculos jurídicos a otros señores.

Los ministeriales que también se denominaban milites -palabra que induce a errores, pues generalmente se empleaba para referirse a los grandes señores de condición libre-, estaban obligados a prestar un servicio de armas.

Los ministeriales emergieron como clase a mediados del siglo X. A principios del siglo XI, el emperador Contrado II y los grandes señores alemanes los emplearos de forma habitual. En origen, los Dienstleute surgieron como administradores de los estados de estos grandes señoes, pero a diferencia de los vasallos libres, podían ser reclutados como mercenarios, alquilados a otros señores e incluso vendidos.

La importancia de los ministeriales no cesó de aumentar, de manera que hacia finales del siglo XII eran prácticamente indistinguibles de los vasallos libres. Quizás el más famoso de los ministeriales sea Wilfran von Eschenbach, autor del famoso poema épico Parsifal y del Willehalm, donde se narran las hazañas del crizado Guillermo de Orange.



El yelmo: se trata de un casco de metal cilíndrico con una máscara accesoria que cubre el rostro. Es un precedente de los grandes yelmos que se utilizaron apenas medio siglo después, que se caracterizaban por los refuerzos metálicos en forma de cruz y los orificios de ventilación.

El escudo cortado con la figura del águila era el símbolo del poder del Imperio germánico, que había surgido como una restauración del antiguo reino de Carlomagno, que a su vez se propuso restaurar el Impeio romano.

Las espadas alemanas solían corresponderse con los modelos tradicionales del norte de Europa, aunque a menudo mostraban la influencia de las artes italianas o, a partir de la coronación de Federico II como rey de Sicilia, del estilo peculiar sículo-normando. La pieza de la ilustración es, sin embargo, un típico ejemplo de primitiva espada europea de hoja y acanaladura central anchas.

sábado, 7 de marzo de 2009

Blitzkrieg, la guerra relámpago


La teoría alemana de la guerra conocida como Blitzkrieg o "guerra relámpago", nació en los años 20 fue desarrollada como doctrina táctica en los 30 y puesta en práctica en las campañas de 1939-1940 y 1941.

Las grandes victorias obtenidas por los alemanes en la primera fase de la guerra dieron lugar a extravagantes afirmaciones en la creencia de haberse conseguido la fórmula de la victoria por medio de la blitzkrieg, sin embargo la blitzkrieg no era esencialmente otra cosa que la reafirmación de la primacía de la ofensiva. Los alemanes iban consiguiendo grandes resultados de este principio por varias causas. Primero porque utilizaban adecuadamente la movilidad y la potencia de fuego de sus vehículos acorazados y de la aviación y en segundo lugar porque supieron conseguir que los diversos elementos de combate de sus divisiones acorazadas actuasen en estrecha cooperación.
El mérito de esta forma de combate fue atribuido de manera natural al generalato alemán y, de manera especial a Heinz Guderian, un brillante táctico especializado en la lucha con blindados. Sin embargo, la verdad histórica es que el inventor de la guerra relámpago no había sido ninguno de los generales de Hitler. De hecho, ni siquiera había sido alemán. El creador y primer teórico de aquella nueva forma de lucha que preveía la utilización masiva de la aviación y audaces movimientos de tanques fue el capitán británico Basil Lidell Hart. Este había asistido a la primera utilización de tanques en el frente occidental durante la Gran Guerra y no había tardado en percatarse de que un arma de aquellas características no podía verse reducida al papel de mero acompañamiento de la infantería. Impulsado por esa seguridad, escribió varios artículos especializados en los que trazaba las líneas maestras de la guerra relámpago... y que pasaron prácticamente desapercibidos. De hecho, la excepción a esa falta de respuesta fueron un militar francés, el futuro general De Gaulle, y otro alemán, el citado Guderian. De Gaulle no logró interesar a sus superiores pero la reacción que Guderian provocó en Hitler fue muy diferente. De hecho, el Führer no solo estaba interesado en cualquier innovación bélica sino que además contó con un campo de ensayo excepcional en la guerra civil española. Durante la ofensiva de Levante que siguió a la batalla de Teruel, las unidades blindadas alemanas al mando de Von Thoma realizaron, de hecho, el primer ensayo de guerra relámpago. El intento resultó limitado porque el general Franco no deseaba colocar en una situación arriesgada a los blindados y, arraigado todavía en concepciones propias de los años veinte, temía peligrosos ataques de Franco que llevaran a su ofensiva a entrar en crisis. A pesar de estas limitaciones, los Carristas germanos pudieron percatarse en España de que los principios de la guerra relámpago eran absolutamente aplicables En el campo de batalla, la blitzkrieg se basaba en la ruptura y en la penetración profunda a través de las defensas del adversario.

El ataque comenzaba siempre después de un corto pero intenso bombardeo -con artillería y aviones de bombardeo en picado- concentrando el esfuerzo principal sobre el punto más débil del despliegue enemigo. Las divisiones panzer constituían la punta de la lanza de ataque y en ellas recaía la misión de realizar la ruptura y profundizar después en territorio enemigo, creando una gran confusión entre las fuerzas enemigas. Junto a las columnas acorazadas estaban las unidades de infantería motorizada, encargadas de eliminar las resistencias más fuertes, mientras los carros avanzaban sin detenerse.

Mientras los blindados progresaban en el terreno, las unidades de infantería se ocupaban de liquidar las bolsas de soldados enemigos que habían quedado superadas. Al mismo tiempo la aviación de apoyo protegida por el dominio del aire conseguido por los cazas abriría el camino a las fuerzas de tierra destruyendo los nudos de comunicación del enemigo y dislocando así la intervención de sus reservas. La clave del éxito radicaba en el dinamismo que se supiese imprimir en el intercambio de funciones de los distintos elementos disponibles.

martes, 24 de febrero de 2009

La guardia varega


La guardia y custodia de los emperadores bizantinos de la Edad Media dependía de un regimiento de élite compuesto exclusivamente -al menos en sus orígenes- por hombres del norte.


Eran la guardia varega, nombre de los vikingos suecos que colonizaron las tierras de Rusia, y que fueron los primeros escandinavos en tener contacto con los bizantinos a traves de la ruta comercial que comunicaba el Báltico con el Mar Negro y el Mediterráneo oriental. El término varego proviene del antiguo noruego vár , que hace referencia a un grupo de guerreros vinculados a un caudillo por un juramento de fidelidad, costumbre muy arraigada entre los antiguos germanos. Se trata, pues, del equivalente sueco del término más popular de vikingo (hombres de los fiordos) y, al igual que éstos, los varegos observaban un determinado código de conducta que, entre otras cosas, preveía un reparto del botín obtenido.

La primera mención a gentes escandinavas en Costantinopla se remonta al año 838. En 860,las crónicas registran un ataque de los rus (es decir, los suecos asentados en Rusia, territorio al que darían nombre) a la ciudad imperial que finalizaría con un acuerdo sellado entre éstos y el emperados por el cual se concertaba la paz a cambio de que un contingente de rus entreara a formar parte del ejército imperial. Este acuerdo puede ser considerado el origen de la guardia varega, aunque de hecho no llegaron a constituir una unidad regular hasta el año 988, cuando el emperador Basilio II recibió un cuerpo de 6000 rus del príncipe Vladimir de Kiev. Los rus eran hombres leales al emperador, pero también eran pendencieros y aficionados al alcohol. Si bien su lealtad parece demostrada, se tiene constancia de diversos episodios que ponen en duda esta fama: en 1042 un oficial de la guardia varega, el futuro rey noruego Harald Hardraada fue acusado de apropiarse de una parte de los impuestos del imperio. También los emperadores Miguel VII y Nicetas IIIBotaniates tuvieron que sufrir los ataques de la guardia varega, aunque se trata de una época en la que la autoridad imperial se hallaba al borde del colapso.

En la segunda mitad del siglo XI, la llegada de los normandos de Guillermo el Conquistador a Inglaterra en 1066 obligó a muchos guereros anglosajones a abandonar sus tierras y buscar nuevas oportunidades en otros lugares. Como sus parientes escandinavos, muchos de estos fugitivos acabaron recalando en la corte bizantina, de manera que a finales de ese siglo una buena parte de los componentes de la guardia varega pasó a ser de origen anglosajón o anglodanés. Fueron precisamente ellos quienes hicieron frente a los normandos de Roberto Guiscardo y Bohemundo en Dirraquio en 1081, y fueron vencidos. A partir del siglo XII parece observarse una tendencia a contratar mercenarios daneses y noruegos.


A la izquierda mercenario rus, c.950

En el centro guardia varego, c.1.000

A la derecha guardia varego en uniforme de gala, c. 1.030

Las principales armas de los varegos eran el hacha de combate y la espada de hoja ancha. Los bizantinos les llamaban "bárbaros portadores de hachas", y su oficial jefe era el "jefe de la guardia de los portadores de hachas", aunque su verdadero título era el de Akolouthos (acólito, seguidor).

Los guerreros rus solían utilizar escudos circulares. El tipo de casco abierto que utilizaba la guardia varega era de tipo bizantino, y fue adoptado también por los soldados normandos. Estaba hecho de una sola pieza, y se le añadía una protección para la nariz.

martes, 17 de febrero de 2009

Honderos baleares




Famosos y temidos en todo el Mediterráneo, los honderos baleares fueron una pesadilla para el enemigo por su maestría y destreza en el uso de la honda.



El hondero balear es probablemente uno de los primeros colonizadores de las islas baleares, aunque su procedencia todavía es discutida, se suele afirmar que provienen del extremo oriental del mediterráneo, las mismas islas le deben el nombre a estos lanzadores de piedras, ya en los textos clásicos se afirma esto: por ejemplo, para Diodoro, “los griegos las denominan Gimnesias; los nativos y los romanos las denominaron Baleares debido a que son los mejores entre los hombres para lanzar grandes piedras con la honda” (Diodoro V, 17, 1). O bien Plinio: “[..] a las Islas Baleares, las islas de los honderos, los griegos las denominaron Gimnesias.” (Caius Plini, Historiae Naturalis libri XXXVII, vol.1, Lipsia 1830, pág. 243-244) o Servi: "Las islas Baleares fueron en primer lugar, denominadas Gimnesias, después, cuando fueran ocupadas por los griegos, ya que sus habitantes atacan a sus adversarios con piedras que voltean con la honda, éstos denominaron Balears las islas que ésos habitaban, nombre derivado que significa: lanzar" (Servi, Ad Virgil. Georg. I, 309).

Las teorías sobre la raíz de la denominación balear son variadas y los textos antiguos no acaban de aclarar la procedencia, desde la raíz fenicia, la romana o la griega; no es éste el lugar para debatir tales teorías pero lo cierto es que todas ellas se basan en la referencia a los hombres que lanzan piedras, a los honderos. De ahí la importancia que se deduce de estos honderos baleares.

Los honderos baleares eran considerados unos combatientes letales y muy eficientes, de hecho desde que nacían eran iniciados en el arte del manejo de la honda, una de las pruebas que hacían las madres con los retoños era colocarles la comida en una rama y no probaban bocado hasta que no era capaces de derribarla con su honda de una certera pedrada, Licofron de Calcis (280 aC) en su poema Alexandra (versos 633-641), cuando habla de los fugitivos de la guerra de Troya que llegan a Gimnesias (antiguo nombre dado por los griegos al archipiélago balear, el autor es de origen griego, concretamente de Alejandría, de ahí la denominación) donde se da esta descripción:
"después de navegar como cangrejos en las rocas de Gimnesis rodeados de mar, arrastraron su existencia cubiertos de pieles peludas, sin vestidos, descalzos, armados de tres hondas de doble cordada. Y las madres señalaron a su hijos más pequeños, en ayuno, el arte de tirar; ya que ninguno de ellos probará el pan con la boca si antes, con piedra precisa, no acierta un pedazo puesto sobre un palo como blanco. "
El material que se empleaba para la fabricación de una honda era diverso: a veces se utilizaban manojos trenzados de fibra vegetal, de lino, de esparto o incluso de crines de animal. En otras ocasiones se podían emplear las tripas o los nervios entrelazados de algún animal. El proyectil o bala era de piedra o de plomo. Los de piedra se seleccionaban rigurosamente por su dureza y aerodinámica para dirigir el tiro con gran precisión. Pesaban alrededor de unos 100 gramos y un diestro hondero podía lanzar con destreza a distancias que rondaban los 100 metros.

Los proyectiles de plomo se fabricaban con un molde y tenían la ventaja de incrementar la capacidad de impacto y penetración en los elementos sólidos como las protecciones metálicas y de cuero de los enemigos. El peso de cada proyectil oscilaba entre los 45 y los 90 gramos y permitía obtener más velocidad, más alcance y reducir el efecto de retardo


Los honderos luchaban en primera línea como infantería ligera y junto con los arqueros, eran los encargados de romper las líneas enemigas, se disponían separados 2 o 3 metros para poder manejar las hondas sin entorpecerse, los efectos de los honderos en las filas enemigas eran terribles ya que los proyectiles lanzados, ya fuera de piedra o de plomo, podían llegar a pesar hasta medio kilo, y no había armadura ni escudo que soportara esos impactos, por lo que se puede imaginar la devastación que causaban. Una vez habían roto el orden defensivo del enemigo, dejaban paso al resto del ejército que iniciaba la carga. Cuando habían arrojados todos los proyectiles contra el adversario, durante el combate se protegían con un escudo de piel de cabra y una jabalina endurecida al fuego.

Los honderos baleares iban siempre armados con tres hondas, teniendo cada una de ellas un uso diferente: la pequeña atada a la cabeza se empleaba para disparos a corta distancia; la atada a la cintura para lanzar proyectiles de mayor tamaño o bien para lanzamientos a larga distancia; la tercera, la que por su tamaño resultaba más manejable, la llevaban siempre en la mano. Según Diodoro de Sicilia (S. I a.C) "su equipo de combate consta de tres hondas, una de las cuales llevan en la cabeza, otra en la cintura y una tercera en la mano; utilizando esta arma son capaces de arrojar proyectiles mayores que los lanzados por otros honderos y con una fuerza tan grande que parece que el proyectil ha sido lanzado por una catapulta. Por ello en los ataques a las ciudades son capaces de desarmar y derribar a los defensores que se encuentran en las murallas y, si se trata de combates en campo abierto, consiguen romper un número enorme de escudos, yelmos y toda clase de corazas".

Su valor y pericia les convirtió en famosos soldados a lo largo de todo el mediterráneo, combatían como mercenarios, normalmente cobraban por sus servicios en especies, sobre todo por cosas que escaseaban en las islas como vino, aceite o mujeres.
Participaron en la guerra greco-púnica como mercenarios a favor de los fenicios y en las guerras púnicas a favor de los cartagineses, tras el sometimiento de las Baleares por Roma (lo cual no fue nada fácil, de hecho, para recalar en las islas, los romanos tuvieron que acorazar sus embarcaciones, forrándolas de cuero, ya que los honderos hundían sus barcos disparando a la misma línea de flotación de la nave. Valga decir que tal fue el sufrimiento de las legiones romanas, que tardaron dos años enteros en someter las islas), estos mercenarios pasaron a formar parte de las tropas auxiliares romanas y combatieron junto a Julio César en su conquista de la Galia.
La estabilidad de la Pax romana, que favoreció el comercio y la explotación ganadera y agrícola de nuevos productos como el aceite, el vino, el trigo así como la progresiva “romanización” de las islas sometidas conformaron un nuevo estilo de vida en el que no tenía cabida la honda, convertida en instrumento de juegos de habilidad o en herramienta de los pastores, en manos de los cuales ha llegado hasta nuestros días